El miércoles pasado estuve por la primera vez en Canning House, hogar del Consejo hispánico y luso-brasileño en Londres. El tema del día era la cooperación educativa y científica entre Reino Unido y América Latina. Los dos oradores eran David Willetts MP, Ministro de Universidades y la Ciencia, y Dra. Joanna Newman, de la Universities UK International Unit. Resultó ser una mañana muy interesante. Sin embargo, me decepcionó bastante enterarme de que la visión anglocéntrica de “todo el mundo tiene que aprender el inglés”, sin el mínimo propósito recíproco  de aprender otros idiomas, siga con tanta fuerza en el mundo de la educación universitaria. Quizás fui algo ingenua, pero me quedé indignada al descubrir que las personas que están estrechamente involucradas en el fomento de la educación universitaria británica en el extranjero siguen expresando tal opinión.

Parece que existen algunos programas de cooperación interesantes entre Reino Unido y varios países latinoamericanos. Joanna y David mencionaron con detalle la iniciativa Ciencia sin fronteras promovida por Dilma Rousseff, la presidenta actual de Brasil, que lleva a que unos 120.000 estudiantes brasileños, que trabajan en la ciencia, salgan del país para estudiar un tiempo en el extranjero, algunos de los cuales tienen Reino Unido como su destino.

Hablaron también del trabajo continuo entre Reino Unido y Chile, México y Colombia, el enfoque del que trata la creación y fortalecimiento de las redes universitarias en estos países con la red universitaria de Reino Unido. El desarrollo de estrategias sistema a sistema, que involucra la colaboración entre los peritos en aspectos logísticos dentro del sistema universitario de cada país, parece ser un área específica de interés.

No obstante, a pesar de hablar tanto de la necesidad de “trabajar juntos” y de que esas colaboraciones deban ser exactamente eso, una colaboración entre las dos partes, lo que resaltó más que nada en las charlas, era la repetición de la preocupación de que los estudiantes extranjeros no tienen un nivel adecuado de inglés para participar plenamente en los cursos aquí. Se mencionó también la falta de profesores de inglés suficientemente cualificados en Colombia, y se destacó nuestro deber de asegurar que los estudiantes de estos países alcancen un nivel adecuado de inglés.

Ni una vez se mencionó la capacidad lingüística de los estudiantes británicos al ir al extranjero. Joanna y David reconocieron la reticencia de los estudiantes británicos a irse al extranjero, pero ninguno de los dos sugirió que esto tenía algo que ver con la sociedad de Reino Unido en general, o el fracaso por parte del sistema educativo en fomentar el aprendizaje de idiomas y hacer que las lenguas aparezcan en los órdenes del día de los estudiantes.

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Joanna sólo consiguió reforzar este sentimiento de ambivalencia, cuando destacó que cada vez más las universidades de América Latina utilizan el inglés como idioma de enseñanza, que puede que sea la verdad, pero no creo que sea una excusa válida de porqué seguimos con este enfoque anglocéntrico en todo lo que hacemos.   También entiendo que estamos hablando de colaboraciones de investigación científica, y que mucha investigación científica se produce en inglés, sin embargo eso tiene muy poco que ver con la idea de estudiantes británicos que se van a otros países para pasar meses o incluso años en una cultura distinta a la suya y poder integrarse en la sociedad allí.

Para concluir, además de que el discurso fue muy interesante, aprendí bastante sobre las colaboraciones que se construyen entre nuestro sistema universitario y los de los países latinoamericanos, me indignó y me entristeció darme cuenta de que nuestras prioridades siguen siendo las de imponer y reforzar el inglés como lengua franca sin la mínima auto-reflexión o consideración por la imagen que esta actitud de mente cerrada comunica a otros países. Al fin y al cabo, esto solo servirá para dañar al Reino Unido y a sus ciudadanos.

Muchas gracias a Álvaro Nuevo por revisar el artículo.  

 

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